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Mostrando entradas de julio, 2020

Décimo microrrelato de «Gladius et Peplum»

Un pícaro seductor   Roma era el lugar ideal para él, podía ser quien quisiera y pasar desapercibido. Incluso en ambientes fatuos y de gentes cultivadas, Caio Mario no desentonaba. Gracias a la ayuda y el cobijo ocasional de Silvia, la amiga de su protector Sexto Valerio, podía ponerse los ropajes que necesitara y llevar a cabo su cometido. Había tenido una educación exquisita que bien podía usar o esconderla y codearse con lo más bajo de la sociedad. Además, el joven Mario, sabía adaptarse a las circunstancias si era descubierto. En cualquier caso, ese día se había torcido lo suficiente para que temiera por su vida. Sus pesquisas le llevaron a la conclusión de que tenía que obtener información sobre Mamerco Sorona, un oscuro personaje que se había enriquecido no se sabe muy bien cómo, aunque se decía que era defraudando en la compraventa de insulae , y que aspiraba entrar en el ordo ecuestre. Caio Mario consiguió infiltrarse en un evento en su hogar que había organizado para ganar fa

Medidas sanitarias en Roma

¿Qué sabes de los hospitales en Roma y las medidas sanitarias en caso de epidemia? Para empezar, la Roma Imperial tenía una buena base de conocimiento médico, con influencias etruscas, griegas, egipcias y orientales. Un conocimiento y una práctica que contribuyó a difundir y ampliar (también sus defectos y errores, que no serían enmendados hasta el siglo XV y más adelante). En general, la medicina era ejercida por judíos y griegos, siendo una profesión respetada y valorada, en términos generales. Se hacían operaciones complejas, se usaban ungüentos terapéuticos e incluso se realizaban pequeñas operaciones estéticas. Estaban colegiados y había ciertas especialidades. La calidad de los médicos, obviamente variaba, pero los médicos militares solían ser mejores por su práctica continua y su implicación. En cuanto a los hospitales, existían los hospitales de campaña en la guerra, que solían funcionar con sorprendente eficiencia para la época. No obstante, en el mundo civil no existían excep

Noveno microrrelato de «Gladius et Peplum»

Error de juicio ¡Qué largo se había hecho el camino de vuelta! ¡Qué necio había sido al juzgar tan mal a aquellos dos viajeros y a quienes les perseguían! Rezaba a los dioses para que su soberbia y avaricia no tuviera repercusiones más allá de sus dolorosas heridas y su orgullo magullado. Nigilio Prudens llevaba seis días postrado en el lecho. Le había costado casi dos horas de lento y doloroso vagar por senderos y caminos hasta que se cruzó con un vecino que lo reconoció y, con ayuda de otros, lo llevaron rápidamente a su hogar, donde empezaron las verdaderas curas. Había despertado en el tercer día y sabía que no se podría mover en al menos una semana. A su edad, y con todo lo que había conseguido en la vida, ¿por qué tenía que demostrar de forma patológica que era el más listo? Había sido una lección en toda regla. Una que había costado la vida a algunos de sus vecinos y camaradas. Y todo por unas monedas y su ego desmedido. Nigilio Prudens, tenía golpes y magulladuras en pa

Germanos durante el Alto Imperio

¿Qué sabes de los germanos en la época Alto Imperial? Para empezar no se puede hablar de un único ente homogéneo. Al contrario, hay gran diversidad y matices entre el conglomerado de pueblos germánicos. La sociedad tenía una estructura de clan, aunque algunos llegaban a tener conciencia de tribu. Al enfrentarse a Roma, formaban confederaciones, más o menos estables ya que ninguna tribu por sí sola era capaz de vencer a la todopoderosa Roma. Algunos pueblos como los Batavos destacaban en caballería, los Francos por el manejo de pequeñas hachas arrojadizas o los Suevos por tener una cola en un lateral de la cabeza. Entre los elementos comunes eran la falta de unidad, cohesión y disciplina en general, pero lo suplian con el furor germánico (ataque furioso en los primeros compases del combate) y una técnica de combate apreciada por los romanos. Su armamento estaba basado principalmente en la framea (una lanza con una punta afilada y endurecida con fuego, sin hierro), aunque había líderes y

Octavo microrrelato de «Gladius et Peplum»

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El príncipe errante Una mezcolanza de sentimientos se apoderaba del aguerrido Styrmir cuando miraba hacia atrás contemplando la triste y escuálida columna de regreso . Había servido bien a los romanos durante su breve esclavitud y aprendido mucho de ellos, pensando que sería útil cuando volviera a su hogar a recobrar su legítima posición. Pero todo indicaba que iba a salir mal desde el principio. Y sus seguidores más cercanos se lo advirtieron, al igual que lo había hecho su difunto padre, Skelt. Hacía muchos años que habían sido desterrados de sus tierras y el nombre de su padre y su familia habían pasado a ser casi una leyenda. Prácticamente ningún poblado o asentamiento desde que entraron en su territorio quiso apoyarle abiertamente, entre otras cosas, porque no lo conocían y no les importaban. Tuvo que recurrir a alianzas con otras tribus y clanes vecinos. Cuando empezaron las primeras escaramuzas, llegó el inicio del duro otoño de su tierra natal. Con lluvia y frío, empezó

Dieta del legionario

¿Sabes que comían los legionarios de Roma? Hay mucho mito y se ha especulado mucho sobre la dieta del ejército romano. En primer lugar hay que diferenciar entre el ejército republicano de los primeros tiempos y el posterior, cuando se expandió por el Mediterráneo. Los recursos también aumentaron y por ello, la dieta varió con los territorios conquistados de igual manera. Los primeros legionarios tenían una dieta basada en cereales y legumbres, con aporte esporádico de carne y pescado. Estudios han confirmado que las legumbres aportan más proteínas que la carne. En general, la dieta no se puede tener en consideración como único motivo para explicar la expansión romana, pero es un elemento extra a tener en cuenta. Estudios posteriores afirmaron que los soldados de Roma tomaban una dieta vegetariana, pero es totalmente falso. Se puede afirmar sin lugar a dudas, la variedad de alimentos del legionario. Aparte de las famosas bucellati (tortas duras casi comestibles), las gachas y las verdur

Séptimo microrrelato de «Gladius et Peplum»

Paz de espíritu Nunca en la breve historia de la comunidad, había habido tanta gente para despedir a un miembro que ni siquiera formaba parte del consejo principal. No sólo eso, había reunido a buena parte de las otras pequeñas comunidades, algunos gentiles y unos pocos judíos ortodoxos. No faltó quien sintió envidia por las públicas muestras de respeto y cariño que estaba recibiendo Simeón de Cesarea de cientos de personas. El viejo ciego había decidido irse a vivir como un eremita, vagando por el Sur de Egipto para no volver. Pasar la última etapa de su vida en soledad con el fin de mimetizarse con el cosmos y acercarse más a su dios. Al dios de Cristo. Sólo dos cosas se cuchicheaban por aquel entonces en la populosa ciudad: la muerte de la madre del César, Agripina, incluyendo las morbosas teorías alrededor del funesto suceso, y la inminente partida de Alexandria del invidente más famoso del lugar . Uno de los motivos por lo que era tan querido era por su carácter apacible,

Pax romana

¿Qué sabes sobre la «Pax romana» y la romanización? Augusto impuso la «Pax romana» después de convertirse en el «primer ciudadano de Roma» tras un largo periodo de anarquía y guerras civiles. Esto significó una reforma de los modelos económicos en las provincias conquistadas junto con una división administrativa mucho más acorde a los tiempos. La romanización incluiría la imposición de la cultura, tecnología y modelo de vida pero... ¿Es esto cierto? Para empezar es un proceso largo que realmente empieza desde las primeras conquistas de época republicana y dura siglos. Igualmente, no se trata de un proceso homogéneo, ni tampoco especialmente incentivado por la Urbe. En época republicana casi no hubo intención de que así fuese hasta el fin de dicho periodo. Es más, griegos, celtas, fenicios o cartagineses influyeron en Roma en su apartado tecnológico, cultural o político. Obviamente cuanto más avanzada era la cultura, mayor posibilidad de intercambio había y más fácil era la asimilación.

Sevilla 1649 (XII)

Los que quedan Ya se hacía patente que la pesadilla estaba a punto de acabar. Era cuestión de tiempo que se declarara libre de infección y se pudiera volver a empezar. Rui era casi el único enterrador que todavía estaba llevando a cabo su infatigable labor. En ese día, el 25 de julio de 1649, el día de Santiago, se dirigió a las fosas comunes cerca de la Puerta de San Juan con un par de cuerpos para sepultar. Habían fallecido por otras cuestiones pero, al estar los cementerios intramuros atestados y con el miedo de un hipotético contagio, había que hacerlo allí. Acabando su trabajo, vio llegar a Martín «el amortajador» con un saco de grandes dimensiones sobre el hombro. Obviamente dentro había un muerto. No había sabido nada de él desde aquel lluvioso Viernes Santo. ―          El hospital de la Sangre ha colgado la bandera blanca en su fachada. La peste ha acabado. – informó el viejo Martín depositando bruscamente el cuerpo en la arena tintineando todos los crucifijos que llevab

Sevilla 1649 (XI)

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El Santo Crucifijo Llegó el dos de julio y parecía que el máximo de la enfermedad había llegado, o debería haber llegado al menos, ya que los muertos se contaban por decenas de miles. Tantas almas perdidas, había que buscar consuelo y dar esperanza a los que quedaban. Hacía falta algo más que la palabra de los clérigos, hacía falta llevarle dicha esperanza en forma de imagen a los sevillanos. Y no había imagen más venerada y querida que el Santo Crucifijo de San Agustín. Esta bendita imagen gótica, con pelo natural, despertaba la mayor de las devociones en la ciudad e incluso se le atribuían milagros como grandes lluvias en épocas de sequía, algo habitual en esta tierra. El cabildo de la Santa Iglesia Catedral decidió que era un buen momento para sacar en procesión a este Cristo como acto rogativo. Era necesario un recordatorio de fe y la promesa de tiempos mejores. Desde el monasterio de San Agustín, salió la hermosa talla cargada por varios de sus religiosos y una pequeña comi