Dieta del legionario

¿Sabes que comían los legionarios de Roma?

Hay mucho mito y se ha especulado mucho sobre la dieta del ejército romano. En primer lugar hay que diferenciar entre el ejército republicano de los primeros tiempos y el posterior, cuando se expandió por el Mediterráneo. Los recursos también aumentaron y por ello, la dieta varió con los territorios conquistados de igual manera. Los primeros legionarios tenían una dieta basada en cereales y legumbres, con aporte esporádico de carne y pescado. Estudios han confirmado que las legumbres aportan más proteínas que la carne. En general, la dieta no se puede tener en consideración como único motivo para explicar la expansión romana, pero es un elemento extra a tener en cuenta.

Estudios posteriores afirmaron que los soldados de Roma tomaban una dieta vegetariana, pero es totalmente falso. Se puede afirmar sin lugar a dudas, la variedad de alimentos del legionario. Aparte de las famosas bucellati (tortas duras casi comestibles), las gachas y las verduras que se puedan encontrar, la arqueología ha refrendado grandes cantidades de ganado porcino, ovicaprino y en ocasiones, vacuno. El uso de la leche y la carne, sobretodo en campamentos semipermanentes o permanentes, era indispensable y se ha encontrado grandes cantidades tanto en centroeuropa, Inglaterra, o en oriente, cambiando ligeramente según el terreno, la disponibilidad de la zona y posibles procedencias de los componentes del ejército. En cuanto al pescado, también era consumido en masivamente por ser fácil de preservar ya sea seco, salado, especiado o ahumado, y un producto barato que aportaba nutrientes para realizar las empresas pertinentes. Los huevos y el queso se introducirían ligeramente menos, pero eran bien demandados.

En cuanto a la ingesta de alcohol, los romanos eran más dados a la variedad con respecto a los griegos, que sólo tomaban vino. Bebían cerveza, vino (solo, con agua, especiado o con miel) o met (una especie de aguamiel), entre otros brebajes. Había unidades que exigían una dosis regular de estos elixires que, obviamente, se podía cumplir en tiempos de paz, como los auxiliares batavos con la cebada para hacer cerveza.

En comparación con el ciudadano romano medio, su dieta era más abundante, variada y de cierta calidad. La imagen del soldado hambriento es menos común en Roma. En la literatura, es el desertor y el soldado pícaro que busca extorsionar con la venta, siendo indicativo que se sabía de qué eran bien alimentados, entre otros factores que trabajan los historiadores (arqueología, documentación epográfica, documentos administrativos como tablillas o pergaminos, etc). Eso sí, podía haber periodos de carestía y las campañas militares podían ser muy duras, incluyendo comer alimentos en mal estado. No obstante, la logística romana era excelente y los emperadores cuidaban mucho a sus hombres, entre otras cosas para evitar motines y rebeliones. Ser legionario tenía muchas ventajas, pero morir de hambre, disentería, por la espada o por enfermedad estaba siempre presente.

Estos detalles y muchísimos más los encontrarás en «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».

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