Décimo microrrelato de «Gladius et Peplum»
Un pícaro seductor Roma era el lugar ideal para él, podía ser quien quisiera y pasar desapercibido. Incluso en ambientes fatuos y de gentes cultivadas, Caio Mario no desentonaba. Gracias a la ayuda y el cobijo ocasional de Silvia, la amiga de su protector Sexto Valerio, podía ponerse los ropajes que necesitara y llevar a cabo su cometido. Había tenido una educación exquisita que bien podía usar o esconderla y codearse con lo más bajo de la sociedad. Además, el joven Mario, sabía adaptarse a las circunstancias si era descubierto. En cualquier caso, ese día se había torcido lo suficiente para que temiera por su vida. Sus pesquisas le llevaron a la conclusión de que tenía que obtener información sobre Mamerco Sorona, un oscuro personaje que se había enriquecido no se sabe muy bien cómo, aunque se decía que era defraudando en la compraventa de insulae , y que aspiraba entrar en el ordo ecuestre. Caio Mario consiguió infiltrarse en un evento en su hogar que había organizado para gana...