El peligro de manipular la Historia

¿Cuál es el peligro de manipular la Historia?


Joseph Goebbels dijo una vez que una mentira contada mil veces se convierte en verdad. Ya hablé en otro artículo anterior sobre lo que debe diferenciar un historiador, a mi modo de ver, de un aficionado a la Historia. Hoy quisiera dar mi opinión sobre este tema partiendo de la base de que quizás, alguno no esté de acuerdo y tiene algún enfoque distinto. Espero que si disienten, argumenten el por qué.


Ya he mencionado que un historiador tiene una serie de herramientas de trabajo que debe usar apropiadamente para cumplir su función. Ser objetivo es difícil, si no imposible, pero al menos hay que buscar acercarse lo más posible a la verdad. Los prejuicios, inquinas y odios deben ser sometidos a las pruebas y reflexiones fundamentadas. Hay que usar argumentos y enfoques, no opiniones.


Veo con cierta y peligrosa asiduidad, como se «prostituye» a la Historia en función de uno u otro interés, una ideología, un país, un colectivo, una religión o la falta de ella. Obviamente un servidor tiene la suya, pero debe abstraerse en la medida de lo posible. Las líneas de pensamiento deben existir para darle un enfoque, pero uno no puede estar cegado por su ideas. No puede eclipsar el conjunto. Eso te convierte en un propagandista o un «panfletista». Tampoco creo que se correcto amoldar la información que se posea con la intención de que todo encaje. No siempre todo encaja y eso forma parte de la belleza (y la oscuridad) del ser humano, la excepción que rompe la posible norma. Dar varias posibilidades o simplemente no dar una única visión unidireccional de lo ocurrido en el pasado no es sinónimo de ignorancia. Por el contrario, se abre el espectro de posibilidades. A veces los hechos no están claros y podemos tener diversas hipótesis. Cuanto menos fuentes se posean, menos certezas tenemos y es más especulativo. Hoy en día, y con temas más cercanos en el tiempo, en ocasiones ocurre todo lo contrario: el exceso de fuentes partidistas conducen a una confusión que genera caos, mayor desconocimiento e ignorancia.


Cíclicamente veo temas que son tan controvertidos que es prácticamente imposible que lea algo que me parezca medianamente objetivo. Un ejemplo muy evidente es la guerra civil española o la conquista de América. Hay gente que dice que la Historia es subjetiva, y yo no estoy de acuerdo. La visión que tenemos de la Historia es subjetiva ya que vemos lo que queremos ver. El hecho es objetivo, cambia el enfoque. Por eso hay que procurar, en la medida de lo posible, «quitarnos la venda de los ojos» y procurar ver la información que poseemos «desde fuera». Una vez planteados los datos, los hechos y lo que se sabe, podemos dar una opinión basado en lo anterior y bajo nuestra óptica. Pero ser abiertamente parcialista es en extremo peligroso. Por eso, rara vez, si las hay, leo en redes sociales (y en opiniones no expertas, y a veces ni eso) un artículo que no esté sujeto a algún tipo de prejuicio o claramente tendente a un bando.


La moralidad ha cambiado y ni siquiera hoy en día es igual para todos. Nuestro pasado condiciona nuestro presente. Borrarlo (o partes convenientes del mismo) aumenta la ignorancia y creará problemas similares al no ser asumidos como errores. Funciona como el ser humano: nuestros errores de juventud nos ayudan a progresar como personas, si no hay errores, no se progresa y nos volvemos arrogantes. Creer que nuestra forma de entender el mundo es la misma que la de generaciones pasadas es un error. Pongamos un ejemplo práctico: la esclavitud. Ha existido desde que el hombre es hombre y se abolió en buena parte del mundo desde el siglo XIX perdurando en algunos casos casi hasta el siglo XX. Pocas veces se planteó hasta esa fecha, la legitimidad o no de la misma. No, la moralidad no siempre ha sido la misma. Hay que entender a hombres y mujeres de otros tiempos en su contexto. Y a la hora de hacer Historia, no hay que sojuzgarlos (eso se puede hacer en una reflexión a posteriori), hay que apreciar sus triunfos, analizar sus derrotas y aprender de sus errores. La ignorancia lleva a la manipulación y esto nos empuja a mitificar una época, una cultura o una tipología de sistema. La perfección no existe, ni la necesitamos. Quien no sea capaz de dejar de lado sus opiniones, mientras está analizando los hechos y solo las use en sus consecuencias, mejor que se dedique a otra cosa. La política y los fanáticos se apropian de la «verdad», y a veces coexisten varias verdades o no es tan simple como algunos pretenden que sea. Tengamos sentido crítico y autocrítico.


Dicho esto, si queréis conocer mis novelas de ambientación histórica se llaman «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum». También tengo una novela negra ambientada en Sevilla en los años 20 «Asesinato en Triana. El León de Sevilla».


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