Carreras de cuadrigas en el Imperio romano

¿Sabías que... 
las carreras de cuadrigas eran el deporte con más hinchas en el Imperio romano?

Ni mucho menos eran los únicos deportes de masas de esta civilización. La lucha grecorromana, los púgiles (boxeo) o las luchas gladiatorias eran tremendamente populares. Al igual que el teatro o las pantomimas callejeras, la popularidad de las carreras era superior al resto de deportes. Si bien los gladiadores o luchadores podían obtener fama y gloria por sus combates, carecían de un vínculo con el público que hace que las carreras ganasen más adeptos: el formar parte de un equipo y unos colores.

Las carreras se hacían por equipos normalmente: los rojos, los verdes, los azules y los albos (blancos). La gente solía asociar el verde con el equipo de los populares y el azul con la aristocracia. Aunque esto, como suele ser normal, podía usarse como arma política. Solía haber dos aurigas por equipo, habitualmente. Emperadores como Nerón fueron famosos y diestros corredores. Además de las cuadrigas, existían las trigas (tres caballos), las bigas (dos caballos) y las carreras propias de caballos con jinete. Sin embargo, la dificultad y vistosidad de las cuadrigas la hacían el deporte rey. Una curiosidad es que las riendas no la llevaban en las manos como se suele estar presente en la imaginación gracias a la televisión o las series, sino que pasaba por la espalda a la altura de los riñones y se controlaba con las manos. Sí es cierto que era un deporte arriesgado y que las muertes por terribles accidentes eran relativamente comunes.

Las gentes acudían a los circos, hipódromos o se acordonaban áreas para dichas carreras donde acudían un público de lo más variopinto. Incluso con sus familias. Animaban, gritaban, insultaban, comían, bebían e incluso apostaban. Hubo gente que ganó o perdió grandes sumas en arriesgadas apuestas. No se sabe si costaba la entrada a estos u otros espectáculos públicos, pero se cree que no ya que solían ir pagados por un patrocinador (para ganar votos en las elecciones, conseguir popularidad o recordar algún suceso de su familia y demostrar su insigne origen). La literatura coetánea suele mencionarlo con desdén ante la falta de espíritu crítico de las gentes allí reunidas y al ver cómo se dejaban llevar por la emoción de la masa. Como ovejas balando. Algo incontrolable y que forma parte del vulgo y de las que los filósofos y escritores pretendían alejarse. No todos, pues algunos disfrutaban también de estos placeres sencillos. Aunque fuera por interés.

Llegaron a crearse verdaderas asociaciones que apoyaban a una u otra facción, incluyendo improperios entre ellas en los circos o peleas callejeras antes o después de las carreras. Dichas asociaciones, fueron prohibidas por varios Césares durante el Imperio por miedo a que derivaran en debates políticos y armar complots para derribar del poder al legítimo del emperador o del Legado o Procónsul correspondiente en la provincia.

Estas curiosidades y muchísimas más podrán encontrarlas en mis novelas «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».

Comentarios

Entradas populares de este blog

Canon de belleza en Roma

Salud y sexo en la antigua Roma