Festividades a los muertos en la Roma Imperial

¿Existía un equivalente a Halloween o el día de los difuntos en el Imperio Romano?

La respuesta sería sí y no, ya que las costumbres y las religiones han cambiado en los siglos. Si es cierto que hay un obvio origen pagano en ellas. Eso no significa que tenga una connotación peyorativa, totalmente al contrario, en cuestiones religiosas el sincretismo forma parte de la evolución natural y lógica de la espiritualidad y las vivencias de la fe. Para empezar, habría que aclarar que el mundo romano es más supersticioso que religioso en sí, lo que no implica que no haya religiosidad o fieles creyentes del más allá. En la Antigüedad es muy difícil separan donde empieza lo uno y acaba lo otro, pero partiendo de la base de la interrelación de la vida pública, se puede decir sin tapujos que la fe era un aspecto más dentro de la vida. Importante o no, no todo giraba entorno a la religión, pero sí todo cobraba sentido y se daba por sentado que todo el mundo creía. Practicante o no. El ateísmo público era visto como algo perverso y vacío, propio de gentes egoístas y terribles. Por otra parte, siempre hay que tener presente que esta gente convivía con la muerte a diario (enfermedades, ejecuciones, muertes en el parto, débil sistemas inmune, alta tasa de mortalidad infantil, vejez, maltrato, guerras...) y la violencia a veces formaba parte del día a día, por lo que el miedo a morir estaba sustentado en un fatalismo irremediable. El verdadero temor residía en que llegara demasiado pronto o que no se despidiera el cuerpo de la forma apropiada cayendo en el mundo sombrío del Hades.

Dicho esto, existía una festividad llamada «lemuraria» que se realizaba el 9, 11 y 13 de mayo. Esos días eran considerados nefastos para casarse y los templos estaban cerrados. Consistía en un ritual a medianoche donde el pater familias paseaba por el hogar sin darse la vuelta, daba una ofrenda en alimento a los espíritus (normalmente en grano, legumbres o sencillas tortas), golpeaba con cacerolas para expulsarlos y le instaba a abandonar el hogar usando frases clave. Los romanos pensaban que las almas podían quedar dentro de los edificios. Por eso, en el velatorio a un familiar, se dejaba una puerta y/o ventana abierta para que el alma pudiera salir del hogar. Todavía hay ciertas partes de España o Italia donde este ritual sigue haciéndose en los velatorios. Se dice que durante esas noches, se escuchaban los golpes de las ollas y los címbalos de otros hogares, incluso a cierta distancia, en varios momentos de la madrugada como efecto disuasorio. Sobretodo si había habido una muerte violenta en la familia.

Otra festividad similar es la «parentalia» que se daba lugar del 13 al 21 de febrero. En este caso sí se daba en honor a los familiares fallecidos. Se reunían los parientes y amigos de los muertos, visitaban las tumbas y realizaban sobre ellas sacrificios. También hacían ofrendas y celebraban festines. Igualmente, se prohibían los casamientos y se cerraban los templos. En el último día a medianoche se daba la verdadera festividad de los muertos en la que el pater familias aplacaba con una especie de exorcismo a los espíritus ya que se pensaba que en ese día los espíritus podían moverse libremente entre los vivos.

Si bien Halloween (se cree que tiene origen celta) o el día de los muertos en México son festividades que no están directamente relacionadas con Roma, sí con ese origen pagano mencionado al principio y en ese respeto a los familiares fallecidos común a todas las culturas ya que, el Amor y el dolor por la pérdida, no entienden de fronteras, religiones o naciones. El recuerdo es algo propio y bello del ser humano.

Estas curiosidades y muchas más las podrás encontrar en «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y en «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».

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