Preocupaciones del habitante del Imperio romano

¿Cuáles son las principales preocupaciones en la mente del romano común durante el Imperio?


Aunque la respuesta pueda parecer de Perogrullo, vamos a afinar y justificar los pensamientos que nos han llegado hasta nuestros días basados en la epigrafía, la literatura y sobretodo, en las cartas que se han ido recogiendo con el tiempo a lo largo y ancho del Imperio. Espero que les resulte interesante.


Como inicio, hay que hablar de la actividad frenética, el movimiento de personas y grandes conexiones que había en el Alto Imperio romano. Tanto es así, que nos ha llegado bastante documentación y sabemos con certeza (porque incluso lo especificaban en sus misivas) que había gente que escribía semanalmente a sus seres queridos. El hecho que sólo una cuarta parte de los habitantes de Roma supiese leer y escribir no era un impedimento. Siempre había un familiar, amigo o vecino que hacía las veces de lector o redactor para transmitir lo que se quería. En otro artículo anterior, ya hablé del sistema postal romano, así que no nos detendremos en ello. También quiero puntualizar que las preocupaciones son prácticamente las mismas para todas las clases de esta civilización, con ligeras modificaciones indelebles a su status social.


Como un puede ser de otro modo, como en toda las culturas y pueblos a lo largo de la Historia, la mayor preocupación es la muerte y enfermedad tanto de uno mismo como de los allegados. En este caso, al ser una cultura muy supersticiosa, también lo vemos reflejado en otra tipología de documentación. Por ejemplo, en la creciente demanda que expresan diversos documentos hacia el uso de pócimas, filtros, curanderos y magia. No hablo de los médicos o el uso farmacológico, ese sería otro apartado, me refiero a gentes que usaban los saberes populares en el mejor de los casos, o aprovechados que sólo buscaban enriquecerse. Esto se puede encontrar incluso en documentos oficiales y en escritos personales de funcionarios estatales.

Unido a esta eterna diatriba, está el devenir de familia y amigos algo que en una cultura tan social como la romana, con familia extendida y tantos lazos de unión y cercanía, se acrecienta con respecto a otras coetáneas. Ya sea por interés o verdadero cariño.

Otro tema muy recurrente es el matrimonio, si será feliz y/o exitoso (aunque no tiene que ser romántico de inicio, especialmente en las clases altas), al igual que provechoso. Este pensamiento es completamente indistinto del esposo y de la esposa, encontrándose habituales miedos para ambos sexos. Unido a esto, la fertilidad, importante para la prolongación de la estirpe e incluso para el mantenimiento de la familia en el caso de las clases más humildes o la necesidad de un heredero varón entre los más pudientes. También el exceso del mismo, a que podía implicar la falta de recursos para poder mantenerlos debiendo plantearse alternativas como dejarlo a parientes o el durísimo abandono de la criatura.


Una preocupación muy común y presente en buena parte de las reflexiones de los documentos que nos ha llegado casi como una obsesión es la búsqueda de los favores de la diosa Fortuna (la buena o mala suerte). La esquiva y cambiante Fortuna que necesitan que los favorezca en todos los aspectos de la vida, desde el Amor y el sexo, hasta la política y los negocios, pasando por la seguridad y el bienestar. Por esto, se debe relacionar también con las habituales cábalas por los negocios o el buen hacer en el trabajo. El sustento y el aumento de los beneficios en pos de una mejor condición social.

Relacionado también con lo anterior, está el temor a viajar por las múltiples problemáticas que pueden surgir antes o durante el mismo. Recuerdo que hay ya un artículo sobre esto, pero añado que la gente se movía en Roma con una frecuencia pasmosa y muy superior a las civilizaciones posteriores durante más de mil quinientos años gracias. Esto se debe, entre otras cosas, a una economía boyante y una excelente red de infraestructuras.


Junto a estas preocupaciones principales, hay dos menores extra y recurrentes: la justicia y la política. En el primer caso, hay una desconfianza en el sistema, que se cree que favorece a las clases poderosas y en parte, no les falta razón. La consideran torpe y corrupta, pero se intuye en cualquier caso que era algo más eficiente con respecto a otros modelos anteriores. Aún así, hay momentos en que, a escala local, se crean puntualmente patrullas vecinales para hacer justicia, especialmente contra los robos de los bandidos.

La segunda está relacionada con la primera, porque también se sabe que está controlada por las clases más pudientes. Hay inscripciones sobre la elección local o provincial de los diversos magistrados en los que se ve el interés por parte de ciertos grupos o particulares para que salga tal o cual candidatura. Eso incluye textos con sorna y mordaces. Como siempre digo, todo está inventado de antes. Curiosamente, a medida que va decayendo el Imperio, el interés del pueblo por estas cuestiones se va disipando centrándose en los temas principales, mostrando la mayor inestabilidad e inseguridad que se va viviendo no pudiendo pensar más allá de los temas de la vida diaria y cotidiana. Una urgencia derivada al progresivo empeoramiento del nivel de vida.


Si quieres saber estos detalles y mucho más, hazte con tu ejemplar de «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».


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