Roma y el Amor

¿Cómo es el concepto de Amor para los romanos?


Aunque pueda parecer de perogrullo y un tema absurdo a tratar, hay mucho mito entorno a los romanos y hay que aclarar ciertos aspectos. La imagen que se nos ha vendido de la Antigua Roma es la de una sociedad viciosa, despreocupada y desvergonzada. Hay algo de verdad, pero se ha exagerado hasta límites absurdos y con un sentido poco realista.


Hay que entender que el concepto de familia en Roma abarca mucho más que el estricto núcleo familiar, añadiendo los clientes (gentes asociadas a una familia poderosa) o el dominus (desde la perspectiva clientelar), esclavos, libertos y adoptados (gentes libres, quizás incluso mayores de edad, que se vinculan a una familia más poderosa y con más status). Sin embargo, dentro del núcleo familiar siempre se destaca el papel de la pareja y la legitimidad de los hijos. Independientemente del Amor, la importancia de la dignidad era fundamental y capital. Los romanos eran esclavos de las apariencias, por eso, ese libertinaje propiciado por los medios de comunicación no es real. Se trataba de reuniones de índole privada, no algo tan descarado y llevado con tanto frenesí. Ni tanta frecuencia. Además, dejan caer la poca sintonía entre la mayoría de los matrimonios cuando toda la documentación que nos llega de todas y cada una de las clases sociales que componen Roma hablan de los contrario. Quizás el Amor no primaba en algunos casos, pero sí un entendimiento y un afecto con regular fidelidad. El desfogue sexual no tiene nada que ver con el Amor para las clases altas, ya que había que respetar la dignidad de la esposa en todo momento. Por eso, se recurría a profesionales. Ellos distinguían entre el Amor y el deseo. Eso no significa que todos pensasen así, si no que era la tónica habitual en las convenciones sociales.


Pero… ¿el Amor romántico existía? Por supuesto. Hay miles de casos documentados. Partamos de la base que salvo las familias de mayor abolengo (representan un máximo del 3% de la población), y a veces ni eso (sobretodo en segundas, terceras o cuartas nupcias o más adelante en sus vidas) normalmente los matrimonios están directamente relacionados con algún tipo de vinculo afectivo o una innegable atracción. No siempre primaban entre el resto de clases romanas el aspecto pecuniario. Hay centenares de estelas funerarias que ensalzan las virtudes de la pareja que, si bien pueden ser fingido, añaden más verosimilitud cuando se adjunta la correspondencia que nos ha llegado entre amantes. Incluso rudos soldados y oficiales mandaban hermosas cartas a sus novias y esposas respectivamente o éstas las mandaban mostrando un vínculo más allá del interés económico-social o familiar. Es más, aunque los soldados que no podían casarse, formaban habitualmente relaciones estables con mujeres de la zona e incluso prole que llevaban de un lado a otro si les cambiaban de destino. Eso nos indica claramente que la necesidad del ser humano por ser correspondido va por encima de las supuestas convenciones sociales e incluso las normas.


Si volvemos a la clase dirigente o incluso a la clase media, podemos ver habitualmente el concubinato casi como institución. Podía ser hombre-mujer, mujer-hombre u hombre-hombre. Si era mujer-mujer, se hacía en la intimidad y no tengo constancia de ningún caso registrado (lo cual no implica que no los hubiera, si no que no ha llegado a nuestros días). Estas relaciones, normalmente entre desiguales (uno con mayor status que el otro), no estaba exenta de Amor. No estamos hablando de amantes, que pueden estar motivados sólo por cuestiones sexuales o intereses personales, no, estamos hablando de una relación que se prolonga en los años y con habitual fidelidad, salvo la pareja oficial mientras siguiera viva o siendo esposo o esposa de facto. Recordemos que el divorcio existía en Roma. En ocasiones, al final de su vida y siendo viudo o viuda, contraían matrimonio con ellos de forma íntima, pero normalmente permanecían toda una vida juntos de esta forma. No estaba mal visto, solo no estaba reglado. Se veía mal si la pareja no lo consentía, lo que se consideraba infidelidad, especialmente si era la mujer (y la homosexualidad femenina era vista como abominable públicamente). Cuando era consentido por todas las partes involucradas, se consideraba un acuerdo justo entre todas las partes. Como si se tratase de un acuerdo comercial donde todos sacan provecho. Por esto, curiosamente se podría afirmar que en muchos casos, el Amor, si se mantenía en privado, podía con todo.

En todas sus facetas, los romanos mostraban que podían ser rudos e inflexibles, pero también sensibles, delicados y tiernos. Como en buena parte de las culturas del mundo.


Si quieres saber estos detalles y mucho más, hazte con tu ejemplar de «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».


Comentarios

Entradas populares de este blog

Canon de belleza en Roma

Carreras de cuadrigas en el Imperio romano

Salud y sexo en la antigua Roma