Frontera danubiana

¿Qué sabemos sobre la frontera romana en el Danubio en la época Altoimperial?


Hace varias semanas realicé un primer artículo general sobre el mundo de frontera romano Altoimperial, hoy me centraré en una de las fronteras más interesantes e inestables del Imperio. Daremos las claves sobre lo que sabemos a través de las fuentes e investigaciones sobre el terreno hasta donde llegan mis conocimientos.


Por motivos geopolíticos, se ha vendido a la frontera germana el Rin como una frontera peligrosa e inestable. Dicha verdad relativa, ha calado entre los aficionados a la Historia. La realidad hasta ahora ha sido bien distinta como ya he desgranado en un artículo anterior. Sin embargo, la frontera del río Danubio ha resultado ser mucho más compleja e interesante. No es casualidad que algunas de sus mejores legiones y más efectivas estuvieran ubicadas en esta parte el Imperio. Según mi opinión a través de todo la información que ha caído en mis manos, es la frontera más viva y ahora explicaré porqué.

Además de lo belicoso de los pueblos germanos de su frontera, estaba la amenaza continua de los getas, los sármatas y sobretodo los dacios. Esta nación, la más hegemónica de la zona, bien poblada y tecnológicamente más avanzada que sus vecinos germanos, resultó ser un dolor de cabeza hasta que Trajano la anexionó tras dos duras y costosas guerras. Eso no solventó los problemas en el área, ya que algunos de los pueblos cercanos no se sentían impresionados por el poderío de los hombres de Roma y no dejaron de realizar razzias y robos a lo largo y ancho de la frontera. Normalmente sus víctimas eran caravanas comerciales y poblaciones débiles, pero eso implicaba castigos y réplicas por parte de los soldados, generando una endémica inestabilidad. Se han encontrado, gracias a la arqueología, estratos de poblados incendiados hasta los cimientos o en pequeños asentamientos, signos de ataques esporádicos.


Sin embargo, eso no significa que no hubiese un comercio bastante desarrollado en la región. No era uno de los lugares más codiciados o frecuentados por mercaderes, pero todo parece indicar que los intercambios eran comunes, lo que nos da a entender que se alternaban momentos de comunicación con ataques esporádicos localizados o de mayor entidad. Le región no tenía la «tensa calma» de la frontera asiática, o la relativa tranquilidad del limes en África o la mayor diplomacia agresiva del Rin. Aquí se daba todo y nada según el período. Guerra o paz temporales. Comercio y entendimiento o masacres. Asaltos y robos o entrega de rehenes como prueba de buena fe. Los matrimonios y la mezcla entre gentes de ambas partes de la línea trazada se dio con menos frecuencia que en otras fronteras de Roma. Pero no tampoco significa que no hubiese, simplemente que la información que poseemos es menor. En este caso, como en el africano, parece que fue más común la mezcla con gente local de su lado de la frontera. Había más recelo por ambas partes y prueba de ello es una práctica poco empleada por los pueblos de la antigüedad: el trasvase de población de un sitio a otro. Hasta comunidades enteras. Así se creaba un desarraigo y se evitaban levantamientos. Sin embargo, además de la complejidad logística que implicaba, esto generaba situaciones dramáticas en los pueblos que se realizaba, llegando a prácticas abortivas o suicidas. En cualquier caso, la frontera del Danubio es muy activa en todos los sentidos, mucho más que la del Rin y necesita ser todavía más investigada porque tiene visos de descubrir datos más interesantes.


Hay que señalar, que existe una ventaja en la historiografía en esta parte de Europa: no hay una clara tendencia «antirromana» o «prorromana». En general se entiende que forma parte de su pasado sin más. Esto ayuda a centrarse en lo verdaderamente importante y tener una visión de conjunto a través de las pruebas materiales, las fuentes, las estelas, la documentación encontrada, la toponimia, los estudios genéticos, etcétera.


A diferencia de otras fronteras de las que el imaginario colectivo o una serie de intereses nacionalistas se atribuyen «el desangramiento de Roma», esta frontera fue una molestia continua, aunque pocas veces se derrumbó durante el Altoimperio, pero sufrió tres grandísimas ofensivas enemigas durante el gobierno de Augusto, Domiciano (con la réplica de Trajano) y Marco Aurelio. Más adelante, durante el Bajoimperio la presión fue más leve y se centró más en la frontera del Rin, aunque las primeras oleadas de pueblos bárbaros destruirían ejércitos por este limes, como el desastre de Adrianópolis del 378 d.C. Codiciada, concurrida y lugar de paso continental, los países con conglomeran esta frontera (Austria, Hungría, Eslovenia, Rumania o incluso el Norte de los Balcanes en ciertos momentos) han tenido una presencia mixta de pueblos Mediterráneos, eslavos o del Norte. Una rica herencia cultural fruto del comercio, la guerra y el movimiento de personas. Quizás la presencia de Roma no se siente tanto o, mejor dicho, mucha gente no cree que exista de forma tan fehaciente como en otros lugares, pero forma parte de su cultura (de forma más o menos distante) e incluso, en su momento, aportaron militares y gente de alcurnia al Imperio romano. En Rumanía es extremadamente común el uso de nombres latinos y recalcar ese pasado que los une a la cultura de la loba capitolina o su lengua, fruto de la inmigración forzada y que no es de origen eslavo, como todos los países de los alrededores. Una identidad cultural visible y puede que algo forzada e interesada, pero no por ello menos real.


Si quieres saber estos detalles y mucho más, hazte con tu ejemplar de «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».


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