Cómo saber dónde se ha producido una batalla en la Antigüedad

¿Es posible saber el emplazamiento exacto donde ha ocurrido una batalla importante en la Antigüedad?


Quien afirme con un «sí» rotundo miente como un bellaco. Hay excepciones pero la norma es que no estamos seguros del lugar preciso donde ocurrieron los enfrentamientos, tal y como entiende la mayoría el concepto batalla. Hay una posible solución que satisface a curiosos y amantes de la Historia que desvelaré al final. Inicialmente, enumeraré las problemáticas y cómo podemos acercarnos a la realidad.


La primera y principal causa por la que no podemos saber con certeza los lugares es la falta de material arqueológico. Hay mucha romantización y distorsión de cómo solían funcionar las batallas, con gente luchando hasta la extenuación hasta el último aliento en el mismo lugar. Rara vez pasaba esto. Igualmente, hay que tener en cuenta que serios estudios apuntan que, en general, un 10% moría durante la misma, el resto por sus heridas a lo largo de las horas o días posteriores o en la matanza que sucedía cuando comenzaba la retirada el perdedor. A veces la batalla podía extenderse por decenas de kilómetros cuadrados por el acoso enemigo. Esta dispersión no ayuda a los investigadores y arqueólogos.


La segunda causa sería la falta de cohesión de los hallazgos arqueológicos. Esto quiere decir que tenemos poco y no siempre conectado. Después de cada batalla, el saqueo era brutal y minucoso. Se recogía absolutamente de todo: dinero, joyas, armas, armaduras, ropa, cinturones, comida, amuletos, hasta dientes y cabellos (para fabricantes de dentaduras y pelucas). Además, en muchos casos los cuerpos de los perdedores se solían sepultar en una fosa común o eran incinerados en masa. Esto nos perjudica ya que a veces encontramos restos de huesos inconexos, puntas de flecha, quizás balas de honda, calzado roto, hebilla o algún trozo de metal de un casco o armadura. No es suficiente para afirmar clamorosamente el emplazamiento de un enfrentamiento «X» o «Y».


La tercera causa es la propia naturaleza. La corrosión del suelo por los cambios atmosféricos, el paso inexorable del tiempo, personas, animales y el desgaste hace que, en ocasiones no quede mucho registro. También ha podido cambiar la naturaleza propia del lugar: por ejemplo que una llanura haya sido modificada por factores antrópicos o naturales en una laguna por ejemplo. O un paisaje ondulado con arboledas fuera calcinado por un incendio fortuito o provocado. Esto no destruye la huella arqueológica, pero sí disminuye su impacto y hace más difícil su comprensión.


La cuarta y última causa es el factor humano. Quizás se hallan perdido indicios por falta de medios adecuados o personal cualificado para entender el contexto. También burocracia o intereses particulares pueden evitar que lugares así sean investigados en profundidad.


Dicho esto, ¿cómo podemos saber dónde tuvieron lugar grandes batallas como Zama, Munda, Aquae Sextiae, Farsalia, Philipos o Teotoburgo? Hay varias formas de acotar.

Las fuentes coetáneas pueden darnos una descripciones del lugar que pueden ser acordes con el territorio actual o incluso relacionándolos con urbes o poblados conocidos. Muchas veces la precisión abruma. Eso ayuda, aunque a veces no es definitivo por ser descripciones vagas o utilizar referencias de asentamientos desconocidos para la gente actual. La toponimia del lugar puede acercarnos ya que, en ocasiones, el lugar adquiere un nombre que traspasa los siglos y nos da una pista aproximativa. Una investigación geográfica es fundamental para conocer la naturaleza del lugar en la actualidad y el pasado, viendo los cambios y conociendo tanto los componentes del suelo como la flora del lugar. Los planos y cartas arqueológicas pueden resultar fundamentales en este aspecto. Un estudio más profundo y serio, junto con elementos encontrados en el entorno puede ubicarnos aproximadamente en la zona. Datar las evidencias, conocer el terreno y sus cambios, además de sus caminos y senderos pueden ayudarnos junto a la intuición. Como siempre, la interdisciplinaridad ayuda a una mejor resolución por la combinación de todos los mecanismos que poseemos. Algunos casos son más fáciles y claros que otros, pero es difícil determinarlos. Entender la batalla como un lugar estático, donde los soldados luchan y mueren en el mismo lugar es lo que distorsiona la realidad. La batalla comienza desde que se ponen los campamentos antagónicos a una distancia razonable hasta que ambos abandonan el lugar tras las hostilidades. Y eso, sí se puede saber con cierta precisión.


Si quieres saber estos detalles y mucho más, hazte con tu ejemplar de «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».


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