Proceso a Jesús en la óptica romana

Proceso del Jesús HISTÓRICO desde el punto de vista romano


Aprovechando la llegada de la cuaresma, desde mi blog y mi página de Facebook habrá una serie de post sobre las tensas relaciones entre Roma y el pueblo judío, siendo éste el tercero de ellos. 

Para comenzar, es un tema controvertido en sí, y no quiero entrar en el debate de su existencia o no, su divinidad o carencia de ella. No es mi intención e interés hablar de religión y fe. Partiremos de la suposición de que nació, hizo de Mesías/profeta/filósofo/farsante que fue juzgado, condenado y ejecutado.

Se podría plantear la cuestión desde muchos puntos de vista: judío, romano, jurídico... Nos centraremos en el romano.
Los romanos de a pie no entendía el mesianismo de la religión judía, ni el monoteísmo, ni el fundamentalismo religioso en el que se apoyaban todos para crear un nacionalismo heterogéneo (con muchas diferencias entre ellos) pero que querían a los extranjeros fuera. La posible figura histórica, nació, creció y murió entre dos grandes rebeliones (4 a. C y la famosa del 66 d. C), habiendo alguna menor entre ellas. Era una época de tensa calma.

El gobernador que menciona el antiguo testamento, Poncio Pilato (sin «s»), estuvo sirviendo en el territorio del 27 al 37, siendo mediocre en su cargo, sufriendo dos rebeliones menores. Es digno de mención que hubo peores pretores. Mucho peores. Por la pascua judía, se dio una coincidencia (o no) de que Pilato y Herodes se habían trasladado a Jerusalén para la festividad judía de la Pascua. Normalmente, el gobernador estaba en Cesárea Marítima junto con la mayoría de sus legionarios (recordamos que Judea era controlada principalmente por tropas auxiliares). Pero con motivo de la festividad, como representante civil y con tropas extra para evitar tumultos, debía estar allí. Además, entre sus prerrogativas estaba la de juez.

El proceso a Jesús, era a los ojos de Roma, una perdida de tiempo. Era obvio que estaba loco: un hombre que dice ser el hijo del Dios judío. Los romanos eran un sociedad tremendamente supersticiosa y no ejecutaban a los locos (ya que la locura también la relacionaban con la visión de la divinidad). Otro ejemplo de la superstición es el pasaje que habla de los sueños premonitorios del gobernador. Su falta de interés se tradujo en enviarle a Herodes, rey de Galilea, para que lo juzgarse (al ser proveniente de dicha región). Cuando fue devuelto a manos de Pilato, mandó azotarlo. Hay cierta tendencia a pensar que fue un acto de compasión, pero es una verdad a medias. El azotamiento era un castigo muy duro, ilegal (realizado antes de emitir sentencia), pero en ocasiones había gente que sobrevivía. La cuestión es que se hizo a puerta cerrada, para evitar aglomeraciones y escándalos. También quería aplacar al sanedrín. Pero no fue suficiente.

La mención de la liberación de un preso por la Pascua (recordemos que la prisión es un lugar de espera para los romanos, no un castigo en sí) no se tiene constancia, aunque podría ser. Proponer Jesús y Barrabás (siendo un terrorista/libertador) demuestra que Pilato era ingenuo o estúpido, ya que Barrabás era una herramienta política para la élite de Jerusalén. Con todo y con esto, lavarse las manos, es el último gesto para desentenderse de la muerte de un loco que tampoco atendía a razones.

También hay que recalcar la poca disciplina de las tropas si es verdad la coronación de espinas y la burla. En cualquier caso, también hay ciertos retazos de mínima humanidad: el cirineo, lo que no es común, el darle agua y vinagre (que se daba habitualmente evitar la corrupción y para mitigar la sed), o la lanzada al hígado como acto de muerte rápida (se creía erróneamente que era el centro de la vida) en vez de partirle las piernas. Igualmente, es lógico que las fuentes romanas no se hiciesen eco de un asunto así. Importaba poco o nada. Los historiadores empezarían a centrar su atención a través de las comunidades que se fueron creando con el tiempo y que consideraban una secta del judaísmo.

Si quieres saber estos detalles y mucho más, hazte con tu ejemplar de «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».

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