La mujer y los campamentos militares de la Roma Altoimperial

La mujer en los campamentos militares romanos


Tradicionalmente se ha asociado al ejército como un mundo puramente masculino y donde la mujer no tenía casi ninguna parcela en ello como tampoco en la vida política. Igualmente, sabiendo que no podían casarse, se ha dado por hecho que era feudo exclusivo de los hombres. Sin embargo, es una verdad a medias.

Empecemos por las cannabae, que eran auténticos barrios con una población variable que giraban entorno a la vida del campamento militar. Cuanto más grande e importante fuese la guarnición, más población tendría y más servicios ofrecería: artesanos, campesinos vendiendo sus excedentes, buhoneros, mercaderes estacionales, prostitutas, magos y adivinos, truhanes, taberneros y un largo etcétera. Obviamente, esto no se daba en las torres de guardia o pequeños bastiones de control internados en territorio enemigo o en las rutas caravaneras. Las mujeres tenían presencia extramuros de forma oficial ya sea como sirvientas, esclavas sexuales, mujeres de comerciantes o mujeres libres ejerciendo todo tipo de profesiones o como acompañantes de su familia. En ocasiones, estos campamentos entorno a la guarnición militar constituía un centro para la vida comercial y social para una región. Por ello, ¿cómo iban a quedar excluidas las mujeres o los niños de este microcosmos?

El siguiente punto son las relaciones personales con los soldados. Si bien para los soldados rasos estaba prohibido el matrimonio, en altos oficiales se dieron con cierta frecuencia casos de que fuesen acompañados por sus esposas (como lo fue Druso o Germánico en sus campañas, por ejemplo). Sin embargo, para la tropa, ¿es una norma o realmente establecían relaciones estables? Hay que ser obtuso para no entender la necesidad de tantos hombres que entregaban gran parte de su vida al servicio militar de querer forjar unos lazos afectivos más profundos y cercanos. El concubinato es la opción más plausible y tolerada por los oficiales. Incluso podría haber casos de matrimonios en los legionarios cuyo servicio se acercara a su final. Estas mujeres seguramente formarían parte del paisaje habitual, acompañando en algunos casos a sus parejas en sus campañas, aunque principalmente estarían establecidas en las bases. No sólo ellas, también sus hijos.

Estelas mortuorias han sido financiadas por las parejas de legionarios, libertas, o incluso hijos legítimos. Seguramente, se reconocería la relación como matrimonio e hijos por sus padres antes de su fallecimiento y se haría oficial para obtener la herencia. De hecho, también hay documentación oficial donde se ven dichos pleitos entre la concubina y la administración para el reconocimiento de su relación.

Pero no es sólo la documentación escrita. Se han encontrado diversos objetos de ámbito femenino no sólo en las casas exteriores o vertederos, también dentro de los mismo barracones de forma relativamente común. No es factible que se trate exclusivamente de esclavas o prostitutas. De hecho, es lo menos probable. Igualmente, se han encontrado algunos objetos relacionados con el mundo infantil. En este caso, sólo pueden tratarse de hijos. Para reforzar esta idea, se ha encontrado en León enterrado dentro del campamento la osamenta de una niña recién nacida. Si hay una niña, es que hay una madre. Por esto, se refuerza la idea de que la mujer y la familia es un concepto necesario para unos hombres que pasaban una vida marcial sin trascendencia.

Estos detalles y muchos más los verás reflejados en mis novelas «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».

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