Órganos principales para los romanos

¿Sabes en qué parte del cuerpo humano ubicaban los romanos el centro vital del mismo? ¿Y con qué órgano relacionaban el Amor?


Hoy en día, casi todo el mundo respondería con el mismo órgano: el corazón. Sin embargo, para los romanos esta respuesta era distinta en ambos casos y por distintos motivos. La primera respuesta es el hígado que produce la bilis y es fundamental en el sistema funcional del cuerpo humano. En el entrenamiento de los legionarios romanos y los auxiliares, éste era uno de los puntos fatídicos donde buscar la estocada (si el oponente no portaba mucha protección, claro está) al igual que el cuello, el vientre, los genitales o el interior de los muslos, donde se encuentra la vena femoral. Una firme estocada o un profundo corte en estos puntos significaban la muerte del adversario con casi total seguridad. Para inutilizar al adversario se buscaban el tobillo, los gemelos o los bíceps, por poner ejemplos.

Una prueba de la importancia que daban los romanos al hígado, está en las múltiples representaciones de Cristo crucificado y muerto tanto en pintura como en escultura: la supuesta lanzada de Longino siempre en el costado derecho buscaba el hígado para arrebatar la vida del condenado. Un acto de misericordia para acelerar y asegurar la muerte del reo (aunque ya estaba muerto). En este sentido, el famoso médico griego del Siglo II d. C Galeno descubrió gran cantidad de datos, preceptivos y recetarios muchas acertadas y útiles algunos hasta incluso hoy día. Pero también erró en otros muchos temas. El principal motivo fue que no se podía examinar cadáveres por ser un tema tabú (sólo las escuelas egipcias podían hacerlo y con limitaciones). Usó animales y eso indujo a error. Así, distinguía entre los tres grandes centros del cuerpo: el centro (o espíritu) natural que era el hígado, el vital que era el corazón y el animal.


En cuanto al Amor, los romanos lo ubicaban en el bazo. ¿Por qué? Piensa en los primeros compases del enamoramiento. Las famosas «mariposas en la barriga». Fue la demostración física de la realidad del Amor y de toda experiencia romántica. Así, un romano diría algo así como «cariño, mi bazo te pertenece».


Estas curiosidades y muchas más, las encontrarás en mis libros «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».


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