Ascenso social en la Roma Alto Imperial

¿Había en la Roma Alto Imperial  inmovilidad social o era posible el ascenso social?

Para comenzar, hay que decir que ni hoy en día es fácil el ascenso social y la movilidad de clases en sentido ascendente. Pero siempre hay una posibilidad si se cuenta con los conocimientos, los medios, los contactos para ello y si la siempre voluble Fortuna te acompaña. También hay que hacer una breve introducción sobre cómo se estructuraba las clases en Roma:

- El César (Emperador)

- Patricios ( - 1%)

- Ecuestres (2 - 5%)

- Plebeyos y libertos ciudadanos (cientos de miles, aumentando progresivamente durante el Imperio)

- Plebeyos y libertos no ciudadanos (millones bajando en pos de la ciudadanía hasta el Emperador Caracalla)

- Esclavos (10 - 15% de la sociedad)

Entre las clases más bajas, obviamente era mucho más común el ascenso: de esclavo a liberto, por poner un ejemplo o de un pequeño propietario rural a mediano. La actividad comercial en la Roma Imperial estaba en auge y su actividad de explotación no se igualó hasta la revolución industrial del Siglo XIX. Por ello, las posibilidades aumentaron para el ascenso social. No era tan rígida como la sociedad estamental medieval (nobleza, claro y pueblo llano), donde la movilidad era prácticamente nula. Las vías de ascenso se debían principalmente a la economía, pero también se podía alcanzar mediante el uso de influencias (que llevaban a más riquezas) o matrimonios (algunas familias patricias se casaron con miembros menos ilustres pero más ricos por su empobrecimiento en los siglos). En cierta manera, también había estamentos dentro de la sociedad romana, ya que la movilidad entre patricios, ecuestres y plebeyos ricos no siempre había sido fácil. Si bien es cierto que en la época Republicana cerraron filas e impidieron que esta movilidad social fuese más complicada, en el Imperio, las barreras se hicieron más flanqueables. ¿El motivo? Un vasto Imperio con millones de personas cada vez más integradas en un cosmos que poco se parecía a los primeros tiempos de la fundación de la República. Menos aún a su monarquía.

La élite senatorial cambió muchísimo con los siglos porque muchas familias se extinguieron por las guerras, las purgas o el agotamiento de los linajes, siendo sustituidos por miembros provincianos u ocupando su lugar miembros del ordo ecuestre. A fines del Siglo I d. c, pocas familias de rancio abolengo quedaban. Pronto, élites que tenían su origen en los tres continentes (y con representación final y no intencionada de la mayoría de las provincias en un momento u otro) se dieron lugar en la metropoli. Prueba de ello es la cantidad de Emperadores provenientes de diferentes rincones del Imperio o incluso hijo de esclavos o libertos (como el emperador Pértinax).

¿Y qué hay de los provinciales? ¿De las clases medias? Estas representan la verdadera movilidad (hacia un lado y otro). Ellos proporcionan el equilibrio y balance en la sociedad (de ahí la frase de que un país es más próspero cuanto más grande sea su clase media). La diferencia de rentas teóricas entre un patricio, un ecuestre y un plebeyo rico es exorbitante. Va en progresión geométrica (por ejemplo en base x10, no +10), haciendo que el salto sea difícil, que no imposible. Las diferencias económicas eran enormes, como siempre han sido. Sin embargo, podía darse ya que la diferencia en la época Imperial era el título, no la riqueza, como se ha mencionado antes. Un próspero campesino podía enriquecerse y ascender o un ganadero de caballos o un afortunado mercader de vinos. No faltan inscripciones funerarias, cartas o documentos oficiales donde se resalte el ascenso social no sólo de un hombre o mujer, también de familias enteras. La paz interna dentro de las fronteras, la fluidez de las redes comerciales tanto terrestres como marítimas o fluviales y la relativa seguridad que daba el Imperio, garantizó una serie de movimientos y un trasiego que benefició el conectar a personas dentro y fuera del Imperio que requerían de productos de todo tipo. El ascenso de estas personas, en su mayoría, fue en base económica y en reconocimiento social, pero saltar a la siguiente clase (por ejemplo, de plebeyo a ecuestre) era más complicado y muchos tampoco estaban interesados. Un título de prestigio, pero sólo un título al fin y al cabo. La prosperidad acabó llegando para muchos y la mayoría de las gentes solían vivir mejor que antes de formar parte del Imperio.

Estas curiosidades y muchas más, las encontrarás en mis novelas «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».


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