Racismo y mestizaje en Roma

¿Existía el racismo como tal en la Roma Alto Imperial?

Hablar de estos temas siempre puede ser controvertido porque nos basamos en las evidencias encontradas que podrían ser insuficientes (epigrafía, escritores de la época, documentos administrativos como tablillas, papiros, cartas personales y estudios antropológicos). Igualmente, este artículo se basa absolutamente en mi opinión a través de los años de estudio en la universidad y toda documentación que ha caído en mis manos. Puede haber personas que difieran de mi opinión, y es respetable, aunque quisiera aclarar que no me motiva ningún tipo de favoritismo y la baso en lo estudiado.

Para empezar, hay que determinar que no existen razas de personas, sino etnias. Roma conquistó gran diversidad de pueblos con diferentes grado de civilización, color de piel y costumbres. Cuanto mayor era su cercanía cultural, más fácil fue la mezcolanza. Por eso en las zonas más cercanas al mar Mediterráneo se percibe incluso a día de hoy, más de esa influencia. Dicho esto, en mi humilde opinión, Roma es xenófoba (odia toda intromisión extranjera) pero no racista y argumento:

Hay que tener en cuenta que las opiniones principales que poseemos son de las élites económicas (patricios, ecuestres y plebeyos ricos), aunque también hay cartas y estelas de gentes de clase media o baja. Normalmente comparten opiniones cercanas al tema en cuestión, no siendo muy diferentes. El ser humano suele ser hostil a todo aquello que desconoce y le es diferente, considerándolo como una amenaza.

Los romanos despreciaban tanto a los germanos y a los hombres del Norte por su primitivismo y salvajismo como a las tribus africanas del interior, menos desarrolladas que las áreas costeras. También despreciaban a los orientales, que los consideraban decadentes, hedonistas y vagos. Caso especial es el de los judíos que, inicialmente sentían una curiosidad por su religión y tradiciones, pero pronto se transformó en desprecio por sus quebraderos de cabeza a Roma y sus gentes. Sin embargo, ya había pasado esto con los griegos,  hispanos mediterráneos o galos del sur en época republicana y ya en época imperial, se había superado. Había bromas y condescendencia con los provincianos, como sigue ocurriendo entre áreas periféricas y la capital en los diferentes países. Dichas concepciones son estereotipos heredados que se fomentaban desde la élite para demostrar que ellos eran los mejores y más dignos. Pero la realidad es bien distinta: hubo integración y mezcla entre las diversas etnias con el paso de los siglos. Incluyendo la élite Es cierto que cuanto más primitiva era la cultura, menor era el grado de mezcla, pero la fusión cultural se dio (con mayor proporción de la metrópoli, obviamente) y dichos prejuicios se saltaban cuando la realidad se imponía. Fue un proceso lento, de generaciones, pero se acabó dando. Haciendo la difícil comparativa con otros pueblos coetáneos, como griegos, macedonios o persas, Roma tuvo más éxito y hubo mucho más mestizaje. Cierto es que fue un proceso heterogéneo y con resultados desiguales según la provincia. Había que lidiar con juicios de valor y odios aprendidos (que podían ser mutuos), pero las barreras se saltaron en muchísimas ocasiones, siendo siempre ese miedo y odio más marcado hacia los pueblos de la frontera que hacia los más integrados.

Curiosidades como estas y muchas más, las encontrarás en mi saga de novelas: «Gladius et Peplum. El baluarte fronterizo» y «La conspiración de los vanidosos. Gladius et Peplum».

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